Cómo se hizo… «Reconstruyendo el Halcón»

Aprovecho que tengo en marcha un nuevo proyecto para publicar un pequeño «Cómo se hizo» del anterior. Sirva como explicación para los curiosos o, en su caso, como sincera excusa.

Por si alguien aún albergaba alguna duda, diré que no tengo ni idea de fotografía, animación ni edición de vídeo. Mi mujer me regaló un maravilos Halcón Milenario de Lego (primer error) y mi primo me dijo: «deberías hacer una película en Stop Motion del montaje» (segundo error). Yo me lo tomé como un reto (fatal error) y, de ahí, salió ésto…

Tras una búsqueda me enteré de qué iba esto del Stop Motion y me entró el gusanillo. Tras un buen rato de ver vídeos de gatos chistosos volví al tema. Con una webcam realmente «mierdera» y un software gratuito para hacer Stop Motion (que prefiero no nombrar porque se colgaba constantemente y, aunque era fácil de usar y tenía buenas características, era insuficiente para el número de fotos del proyecto más modesto) filmé trabajosamente mi primera prueba que como nuestra historia reciente, vino del mono:

 El inductor tuvo a bien prestarme una cámara compacta, ciencia ficción comparada con mi webcam pero, y no es por ser desagradecido, he de decir que era un poco vieja y la batería no duraba más de 10 minutos. Su principal pega, no obstante, era que tenía la toma de corriente justo al lado del tornillo para el trípode: la combinación ideal para mi propósito de usar la cámara muchas horas seguidas y sobre un soporte, pero esas nimiedades no iban a arredrarme. 
 

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Reconozco que en ese momento odié al que diseñó la cámara…

y al litio, que todo nos lo da y todo nos lo quita.

 

Estaba claro que, entre un trípode bastante precario y la necesaria electricidad, había que elegir lo segundo. La falta de un soporte adecuado era un reto que se cernía sobre mi como los muros de una fortaleza infranqueable. Como respuesta, hice una torre de asedio.

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La cámara se coloca en la parte superior, para lo que previamente tuve que calcular el ángulo necesario para hacer las fotos, y desde el interior de la estructura llega el cable que abastece de la necesaria energía. Toda una obra de ingeniería además de indestructible, ya que usé cinta americana.

Como fondo utilicé una cartulina blanca en la que, a pesar de la inquietante presencia de una casa de muñecas de mi mujer, yo quise ver la helada superficie del planeta Hoth… «chalegüevos».

Para la iluminación utilicé una potente bombilla colgando de un palo, eso sí, sujeto con cinta americana, lo que completaba un ambiente casi idéntico a un estudio profesional.

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Juraría que vi algún espíritu de muñeca en esa casa.

De las pruebas de luz y enfoque nació el ya conocido «Take a Walk on the Dark side». Gracias a él conseguí ajustar el modo de la cámara a la luz de la que disponía. Usé un método heurístico, esto es, ir probando todos los modos que tenía la cámara hasta que, a mi ojo inexperto, ofrecía mejores resultados. Conocí también el Windows Movie Maker y empecé a poder meter sonido. Probé distintas cantidades de fotos por minuto para hacer la animación. En el proyecto final, dependiendo de la escena, usé entre 0,15 y 0,20 segundos entre foto y foto, mayoritariamente 0,15 ya que ofrece una fluidez que consideré aceptable.

Y sin más, es decir; sin experiencia, sin guión y, en definitiva, sin ni p**a idea, me lancé a la batalla.

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Aquí se pueden ver ya las primeras piezas montadas y la cámara «pofesional».

De todo el software que probé, siempre gratuito, finalmente me quedé con el Windows Movie Maker, que resultó ser el más rápido, estable e intuitivo que encontré.

Como mientras montaba la nave tuve que improvisar bastantes cosas que no había previsto, ni intentado prever, busqué soluciones como mejor me pareció. Cando cometes un error de montaje y te das cuenta 200 fotos después hay que tirar de recursos. Yo lo solucioné sacando un personaje que corrige el error. Luego me animé aún más y decidí añadir algunos efectos en posproducción. Empecé añadiendo un disparo láser con el programa de diseño GIMP, también gratuito, y me encantó la idea. Hay cienes y cienes de tutoriales que te enseñan a hacer lo necesario con el GIMP.

Otro problema fue que mi fabulosa torre de asedio demostró no ser digna de la confianza en ella depositada y, oprimida por el peso de la cámara, fue cediendo hasta un momento en que empezó a salir en las fotos parte de la mesa. Como en el planeta Hoth no pegaba demasiado, y llevaba ya unas 150 fotos con la dichosa franja marrón, tuve que buscar una solución. La torre fue convenientemente reparada con más cinta americana pero no estaba por la labor de repetir las fotos por tan poca cosa y pensé en editarlas Con el programa IrfanView, gratuito, puedes hacer cambios en varias fotos a la vez. Tiene una opción de conversión/renombrado por lotes que cuenta con muchas opciones de configuración. Al ser tan personalizable me permitió, de una atacada, recortar, renombrar y redimensionar las fotos. Muy recomendable el programa para estos menesteres.

Mi inexperiencia y mis precarios recursos hicieron que el malévolo efecto de flickering (parpadeo por los cambios de luz que hay entre foto y foto) hiciera acto de presencia. Todos los programas para intentar eliminarlo o atenuarlo resultaron absolutamente inoperantes, por lo que me ahorro mencionarlos. Mientras no tenga una cámara que permita enfoque manual y más opciones de configuración es una amenaza inevitable.

Para mi siguiente proyecto dispongo de menos tiempo pero tengo un trípode cojo**do que me ha dejado mi suegro y una cámara nueva aunque, eso sí, sigue siendo una compacta. Alguien ha vuelto a molestarse en regalarme una nave de Star Wars de Lego (gracias operarios) y he vuelto a asumir este reto que nadie me ha planteado. De momento el trailer ya está aquí.